Perú – La crisis de gobernabilidad

La situación política está marcada por la desintegración del gobierno nacional reformista. Los explotados retoman la lucha colectiva por sus reivindicaciones inmediatas, recurren a las manifestaciones de masas y radicalizan sus métodos de lucha. He aquí lo esencial de la situación actual.

Las protestas obreras, campesinas y populares exigen a Castillo que frene la espiral inflacionista, que empuja a millones de peruanos oprimidos al precipicio de la pobreza y la miseria. La huelga de los transportistas, camioneros y taxistas contra la subida de los precios de los combustibles fue la chispa del movimiento, que se extendió rápidamente a la mayoría de la población explotada. La escalada de los aumentos de precios en los bienes de consumo básico, los medicamentos, los peajes y el transporte se produce en un contexto de aceleración de la pérdida de empleo, la precariedad y la reducción de los salarios en los últimos años. Impulsados por la presión de las masas enfurecidas, los sindicatos y las centrales sindicales decidieron salir a protestar, exigiendo que el gobierno diera respuestas inmediatas a las demandas, y cumpliera con su programa electoral, de resolver las urgentísimas necesidades de las masas que lo llevaron al poder.

El gobierno decretó, en la madrugada del martes 5 de abril, el toque de queda. Alentadas, las fuerzas policiales asesinaron a seis manifestantes. Esto echó más leña al fuego de la revuelta popular. Horas después de decretar el toque de queda, y presionado por la rápida extensión de las protestas, Castillo dio marcha atrás y revocó la medida dictatorial. Se mantiene el Estado de Emergencia en la Red Vial de Tránsito Nacional, bajo la supervisión y control de las Fuerzas Armadas.

El intento de represión del gobierno y su posterior retirada no calmaron el levantamiento popular. La mayoría oprimida ya no confía en la capacidad del gobierno nacional reformista para resolver sus problemas, y se da cuenta de que tendrá que mantener las acciones de calle, las manifestaciones y la presión sobre el gobierno. Por ello, a la rápida erosión de los apoyos electorales de los últimos meses se suma la pérdida de apoyos en las organizaciones sindicales. La Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), el Sindicato Unitario de Trabajadores de la Educación del Perú (Sutep) y numerosos sindicatos se han enfrentado a Castillo. El Sutep dijo que «si no se sabe cómo resolver la crisis, la dimisión es el camino». La CGTP, en cambio, exige que «se preserve la gobernabilidad».

Rodeado de las protestas, Castillo pidió «perdón», y ensayó una medida intermedia para descomprimir la situación: aprobó la eliminación del impuesto selectivo al consumo de combustible, principal demanda de los sindicatos y asociaciones del transporte. Esta medida corporativa deja de lado la principal demanda popular: la reducción de los precios de los bienes y servicios de consumo popular. Esto anima a la derecha a presionar por la vía del golpe institucional-impeachment.

Está ahí porque, sea cual sea la salida que haya intentado el gobierno, no podrá resolver la crisis política y social que se ha abierto. Las tendencias a la ruptura política y social surgen de las entrañas de las tragedias que surgen de la crisis estructural del capitalismo, agravadas por las consecuencias de la guerra en Ucrania, que hunden a las masas en la pobreza y la miseria. En última instancia, la intervención radicalizada de las masas refleja la impotencia del gobierno para resolver los graves problemas de la nación oprimida. Es en este marco, sin embargo, es que la burguesía peruana está maniobrando para destituir a Castillo, sin abrir una nueva crisis.

 

Lo esencial es reconocer que las tendencias de la lucha de clases en el país reflejan un proceso más profundo de las luchas ascendentes de las masas mundiales, en defensa de sus reivindicaciones más inmediatas. Estas condiciones son favorables para que la vanguardia con conciencia de clase en el país tome medidas para superar la crisis de dirección revolucionaria, sin la cual las masas son impotentes para dar un contenido político y programático a las explosiones de rabia instintiva. Será acompañando y trabajando por la organización de las masas, bajo un programa reivindicativo común, y dando expresión política consciente a su instinto de revuelta, como la vanguardia organizada en un partido marxista-leninista-trotskista desarrollará la táctica y los métodos, que permitirán el avance de la lucha de clases y la independencia política del proletariado, teniendo como estrategia la revolución y la dictadura proletaria, y el gobierno obrero y campesino.

 

(POR Brasil MASSAS nº662)

 

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