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Se cumplieron 16 años de la desaparición de Jorge Julio López

El 18 de septiembre del 2006 López era secuestrado por segunda vez. Había sido secuestrado por primera vez a finales de octubre en el 76 y retenido en el centro clandestino de detención La Cacha. Él fue uno de los testigos que declaró contra Etchecolatz, por lo que lo condenaron a cadena perpetua en 2014.

La desaparición de López nunca fue investigada seriamente, se siguieron pistas falsas y las denuncias más importantes fueron dejadas de lado. El pedido de apertura de los archivos en poder de la policía fue rechazado por los gobiernos burgueses de turno.

La segunda desaparición ocurrió bajo el gobierno de Néstor Kirchner. La cooptación de organismos de Derechos Humanos, las ilusiones en el parlamentarismo, tenían como objetivo disolver la irrupción de las masas en la escena política en el período abierto el 19 y 20 de Diciembre del 2001, y de no sacudir el status quo, porque objetivamente el brazo armado del estado, es en esencia el estado mismo.

Los que llevaron adelante el segundo secuestro y luego la desaparición de López siguen en las calles y tienen que haber sido miembros de la Policía. Es bueno recordar el caso del asesinato de José Luis Cabezas en 1997, cometido por policías bonaerenses y matones al servicio del empresario mafioso Yabran, ya que cuando se “quiso” encontrar a los responsables se lo hizo sencillamente cruzando los teléfonos con el renombrado programa informático “Excalibur”  ¿cómo es que no se pudo esclarecer el caso de Jorge Julio López ocurrido siete años después?

Es importante señalar que no hubo ni existió voluntad política para esclarecer el accionar de la mano de obra supuestamente desocupada “remanente” de la última dictadura cívico-militar que, aclaremos, comenzó antes del 24 de Marzo de 1976, todavía en pleno gobierno “popular y democrático”.

Los reformistas se rasgan las vestiduras “continuando” la búsqueda de López, los medios de información de la “democracia” derraman ríos de tinta y espacios digitales pidiendo justicia. Lo cierto fue la falta de voluntad política y la complicidad, por acción u omisión, de todo el arco político democratizante, que precisamente por su actitud democratizante, no convocó a la más irrestricta movilización para el esclarecimiento de esta segunda y definitiva desaparición.

Vale rescatar la respuesta ante los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillan, en que, la espontánea movilización de masas, tiró a la basura toda la farsa montada desde lo más alto del poder y de los medios concentrados de difusión, y echó luz sobre lo verdaderamente sucedido. Las ilusiones democráticas en el Estado Burgués constituyen una traba para este tipo de respuestas. Como si dentro del capitalismo hubiera solución a los padecimientos de las masas, oprimidas y explotadas.

Sólo habrá Justicia cuando terminemos con la clase social que ordenó el golpe, cuando los responsables políticos, económicos, militares y eclesiásticos, estén tras las rejas. Cuando arranquemos de raíz el problema de los problemas: la gran propiedad terrateniente, de los bancos, de las principales empresas, expropiándola, transformándola en propiedad social (de todos en general y de nadie en particular), por medio de la revolución social que termine con la dictadura de clase del capital. No hay caminos intermedios, no hay vías alternativas. La historia confirma dramática y trágicamente esta verdad una y otra vez.

 

(nota de MASAS nº422)

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