Once meses de guerra en Ucrania: Un paso más en la escalada militar

Sólo la clase obrera en lucha por su programa puede romper las tendencias bélicas del imperialismo

La retomada de posiciones por parte de las fuerzas rusas en la región de Donbass y el plan de Estados Unidos de reforzar aún más la resistencia ucraniana con el envío de tanques británicos y alemanes indican la prolongación y mayor ferocidad de la guerra. Los potentes tanques conectados con el sistema de misiles Patriot aumentarán la capacidad de defensa y ataque de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Este plan da un paso más hacia la materialización de la presencia directa de la OTAN en el enfrentamiento, que dura ya once meses en suelo ucraniano. Por eso hay discordia en el seno de la alianza liderada por Estados Unidos.

La caída de la ministra de Defensa alemana, Christiane Lambrecht, indica la agudización de las diferencias en el seno del gobierno socialdemócrata sobre una mayor implicación alemana en la guerra. Biden presiona al Primer Ministro, Olaf Scholz, para que autorice el envío de tanques Leopard 2 almacenados en países asociados o próximos a la OTAN. Todo indica que el fracaso de la reunión del 20 de enero en la base aérea de Ramstein (Alemania), a la que asistieron más de 50 países, no logró convencer a Olaf Scholz de que cediera a la petición de Biden. El Reino Unido, que sirve de punta de lanza del imperialismo estadounidense, aprobó la entrega de tanques Challenger 2, con el objetivo de que Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania y Francia realicen una nueva ofensiva armamentística con los tanques, el sistema Patriot y los misiles Himars.

Paso a paso, la guerra limitada a Rusia y Ucrania tiende a generalizarse y puede traspasar sus fronteras. Tras esta reforzada intervención en forma de apoyo exterior, puede llegar el envío de aviones de guerra, que ha sido evitado por la OTAN, debido al desacuerdo de los aliados europeos, al considerar que se estaría acercando a una extrapolación de la guerra, que implicaría a toda Europa.

Estados Unidos, que habría aportado 24.000 millones de dólares de los 40.000 ya gastados sólo en armamento, recurre a todas las fuentes para prolongar la guerra. El Pentágono utilizará una gran reserva de municiones que se mantiene en Israel. El gobierno israelí ha intentado mantenerse al margen de los acontecimientos en Ucrania, a pesar de la presión estadounidense. Tales medidas indican la estrategia de Biden de arrastrar tras su alianza al mayor número posible de países, lo que presupone la posibilidad de que la guerra estalle fuera de los confines de Ucrania.

Todo indica que el enfrentamiento superará la barrera del año y podría entrar y prolongarse hasta el año que viene. El problema es que la guerra será más destructiva y estará más cerca de una intervención directa de la OTAN. El peligro de iniciar una tercera guerra esta colocada más hoy que el 24 de febrero de 2022. La escalada militar en Asia está dando nuevos pasos. Japón ha decidido aumentar su inversión en la industria armamentística. Corea del Sur ha anunciado que podría adquirir armas nucleares. Y Taiwán ha reforzado su aparato militar con el apoyo de Estados Unidos.

Las tendencias belicistas impulsadas por el imperialismo, bajo hegemonía estadounidense, se vienen gestando y fortaleciendo desde hace tiempo en el marco de la crisis de sobreproducción, el agravamiento del parasitismo financiero y la guerra comercial. La intensificación del cerco económico-militar a la Rusia restaurada y la consiguiente guerra en Ucrania se han convertido en el epicentro de la nueva etapa de la desintegración del capitalismo y, por tanto, de la irradiación de la crisis en Europa hacia todo el mundo, que, por el momento, se manifiesta en forma de estancamiento económico, inflación, encarecimiento de la vida, empobrecimiento y miseria de un contingente creciente de las masas trabajadoras.

El proceso de desintegración del capitalismo, que surge de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, entre estas últimas y las fronteras nacionales, ha hecho imposible que una fracción del imperialismo detenga a otra que obliga a pasar a la guerra. Es lo que vemos con la constitución del frente montado por Estados Unidos con las potencias europeas, bajo la tutela de la OTAN, que ha transformado a Ucrania en carne de cañón para alcanzar sus objetivos expansionistas y anexionistas.

El imperialismo se mueve casi libremente, ya que no se enfrenta a la resistencia del proletariado y de las masas que constituyen la mayoría oprimida. Lo mismo ocurre con la Rusia restaurada, que utiliza su estatus de potencia regional para oprimir a las antiguas repúblicas soviéticas, que son atraídas por el imperialismo y que no pueden mantener su independencia.

Sólo a través de la lucha de clases será posible luchar por el fin de la guerra en Ucrania y evitar una catástrofe mayor, que se vislumbra en el horizonte de la crisis mundial. Lo que explica la ausencia de una poderosa resistencia de los explotados a la ofensiva del imperialismo y a la guerra en Ucrania es la crisis de dirección, la ausencia de partidos revolucionarios y del Partido Mundial de la Revolución Socialista. Sin embargo, las condiciones objetivas para los levantamientos obreros y populares están plenamente dadas.

Europa Occidental se enfrenta a huelgas y manifestaciones en varios países. El 20 de enero, Francia se vio sacudida por una huelga general contra la reforma de las pensiones de Emmanuel Macron. Más de un millón de trabajadores salieron a la calle en todo el país. Los trenes estaban paralizados y las calles bloqueadas. Sumada a los movimientos del Reino Unido, Bélgica, España, Portugal, Alemania, etc., la huelga general en Francia refleja la necesidad de los explotados de defenderse contra la devaluación del valor de la fuerza de trabajo, las medidas antipopulares de los gobiernos y el empobrecimiento generalizado de la familia trabajadora.

Es a través de la lucha que los oprimidos sentirán, verán y descubrirán las razones de la guerra, su contenido de clase y su carácter de dominación. Acabarán por liberarse de la ceguera impuesta por la política burguesa, que les impide tomar conciencia de la necesidad de luchar por el fin de la guerra. El paso que dé la clase obrera europea contra la guerra de dominación convergerá con las respuestas programáticas que ha dado el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional. Ninguna otra clase será capaz de levantarse contra el asedio imperialista a Rusia, por el fin de la guerra y por el establecimiento de una paz sin desmembramiento de Ucrania y sin anexiones. Es bajo la estrategia de la revolución socialista y del internacionalismo proletario, que las masas golpearán las tendencias belicistas del imperialismo.

(POR Brasil – Editorial, Massas nº681)

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