La guerra de Ucrania entra en su decimoquinto mes

La clase obrera y los demás explotados reaccionan ante las brutales consecuencias de la descomposición del capitalismo

El Primero de Mayo puso de manifiesto el descontento y la revuelta de los explotados en diversas partes del mundo. Como se preveía, Francia se vio tomada por los manifestantes. Las protestas fueron duramente reprimidas por el gobierno de Emmanuel Macron. Alrededor de trescientos activistas fueron detenidos. La mayoría de la población francesa rechazó de plano la contrarreforma de las jubilaciones. Los trabajadores unidos combatieron así en las calles la imposición dictatorial de Macron. Por eso, el 1 de mayo en Francia se convirtió en una referencia para las manifestaciones combativas que han tenido lugar en muchos países.

Junto a los trabajadores franceses, se destacó el 1 de mayo en Turquía. El gobierno dictatorial de Erdogan respondió con mano de hierro a la marcha que se dirigía a la emblemática plaza Taksim de Estambul. En Inglaterra, el 1 de mayo se vio conmovido por la huelga de los trabajadores de la sanidad, que chochó con el gobierno ultrarreaccionario de Rishi Sunak, del Partido Conservador.

La masiva manifestación de los trabajadores surcoreanos levantó dos banderas que impulsaron las movilizaciones en todas partes. Con una sola voz, exigieron al Presidente Yoon Suk-yeol que redujera la jornada laboral y aumentara el salario mínimo. En Malasia, Camboya y Filipinas, las protestas se dirigieron contra el desempleo y el miserable salario mínimo. Los trabajadores de España y Bélgica levantaron la bandera de la reducción de la jornada laboral y contra la corrosión de las condiciones de trabajo.

Este 1º de mayo quedó claro que el proletariado y la clase media europeas no ven otra salida que lanzarse a la lucha. La crisis mundial que estalló en 2008 se hace presente de manera más abarcadora y amenazante para las condiciones de vida alcanzadas en el viejo continente. La pandemia de dos años causó desempleo y devaluación de la fuerza de trabajo. Y, como secuela, la guerra en Ucrania se encargó de impulsar con más fuerza las tendencias de desintegración del capitalismo y potenciar aún más la voracidad del imperialismo.

En este mismo momento se agrava la crisis del sistema financiero en Estados Unidos. Las quiebras bancarias reflejan el bloqueo y retroceso de las fuerzas productivas. El Fondo Monetario Internacional (FMI) predice que la economía mundial seguirá en declive. Si esto ocurre, las condiciones de vida de los trabajadores se deteriorarán aún más.

La mayoría explotada ha estado resintiendo los efectos socioeconómicos de la guerra, pero no ha llegado al punto de reaccionar políticamente contra los gobernantes y capitalistas responsables de la confrontación militar, que tiene lugar en el territorio de un país oprimido. La clase obrera aún no ha sido capaz de reconocer y reaccionar ante el hecho de que Ucrania ha sido convertida en carne de cañón por Estados Unidos y los aliados de la Unión Europea, en su ofensiva anexionista contra las antiguas repúblicas soviéticas, impuesta como tal por la dominación militar de la OTAN.

De la misma manera, diferencias aparte, la clase obrera no pudo ver que Rusia se enfrenta a la poderosa alianza imperialista, defendiendo intereses económicos surgidos del proceso de restauración capitalista y que se convierten en opresión nacional de las mismas antiguas repúblicas disputadas por el imperialismo, con los medios de la guerra económica y las armas.

No debe caber ninguna duda de que sólo la clase obrera, al frente de un movimiento de la mayoría oprimida, puede detener el avance del imperialismo, luchar contra la escalada militar, derrotar a las fuerzas anexionistas e imponer el derecho de autodeterminación a los débiles pueblos y naciones. El 1º de Mayo no pudo expresar esta base de clase de la lucha contra la guerra de dominación, que caracteriza la conflagración en Ucrania.

Las direcciones de las centrales, sindicatos y movimientos, que han estado al frente de las manifestaciones más combativas, como las de Francia, han hecho todo lo posible para impedir que las tendencias de lucha, que crecen en el seno de las masas oprimidas, se transformen en una lucha contra la guerra de dominación y, por tanto, contra la burguesía y sus gobiernos.

La parálisis del proletariado ruso, que permaneció pasivo el 1 de mayo, es sintomática de ello. Es obligatorio no sólo reconocer que la liquidación de la URSS constituyó un factor histórico de profunda crisis de dirección, sino también la base de la lucha proletaria por la recuperación del terreno perdido ante la contrarrevolución.

No es posible para Rusia derrotar a Estados Unidos y a la coalición imperialista, impedir que la OTAN penetre en toda la región antaño gobernada por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y garantizar la autodeterminación y la integridad territorial de Ucrania si no es mediante la lucha de clases, mediante la unión de los explotados europeos y retomando el camino de la revolución social.

Tanto en el pasado, marcado por los avances revolucionarios, como hoy, marcado por la dramática y profunda crisis de dirección, el programa y la estrategia de los Estados Unidos Socialistas de Europa y del Mundo se confirman y emergen objetivamente.

El 1º de mayo ha mostrado la necesidad y la voluntad de lucha de los explotados. También mostró que la tarea consiste ahora en superar los obstáculos políticos y organizativos que les han impedido levantar la bandera del fin de la guerra y por una paz sin anexión y sin ninguna imposición por parte de las potencias imperialistas.

En Brasil, el 1º de Mayo fue canalizado hacia la pasividad por la acción de la abrumadora mayoría de las direcciones sindicales y políticas, comprometidas con el gobierno burgués de Lula. Se evitó que convergiera con las manifestaciones combativas en varias partes del mundo, pero las necesidades más básicas de los explotados chocan con la política de conciliación de clases del PT y aliados. Lo importante es fue puesta a la vanguardia con conciencia de clase la lucha por su propio programa y la tarea de luchar por la independencia de clase de los explotados.

La marcha de la crisis mundial avanza y aumenta su ritmo. Los problemas nacionales se ven condicionados por los internacionales. Y no hay forma de desconectarlos de la catastrófica escalada militar alimentada por el imperialismo. Se plantea objetivamente la unidad proletaria en cada país y a nivel internacional en defensa del programa de la revolución social.

(POR Brasil – Editorial de Masas nº688)

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