El reformismo no quiere hacer un balance de la tragedia del proletariado chileno

O peor, hace un balance para ocultar su responsabilidad en la derrota histórica. Encontraremos una apología de Salvador Allende, de la UP, de sus logros, de la democracia, pero ningún balance de su estrategia política. Cuando no se aprenden conscientemente las lecciones de la historia, se vuelve a caer en los mismos errores.

Una conclusión visible es la responsabilidad directa del imperialismo norteamericano y otros gobiernos de la región en la preparación del golpe en todos los terrenos. No hay ninguna posibilidad de coexistencia pacífica, de cooperación, de asociación con el imperialismo, se debe tener claro que es nuestro enemigo y todo el tiempo hay que remarcar que se trata de una relación irreconciliable.

Otro balance es que el imperialismo actuó con la complicidad de la burguesía local, de los medios de comunicación, de partidos políticos patronales, de las fuerzas armadas, que actuaron contra la Nación, contra los trabajadores, contra los oprimidos. Por lo tanto con ellos no hay posibilidad alguna de unidad, de alianza. Los intereses son antagónicos e irreconciliables.

El balance más importante es que no era viable la llamada “vía pacífica al socialismo”, o el “socialismo con democracia”, o el “camino de la legalidad para llegar al socialismo”. Ya había quedado trágicamente demostrado desde varias décadas antes que la única vía es la revolución social que destruya el Estado burgués, que imponga la dictadura del proletariado, que expropie al gran capital y al imperialismo. Para resolver las tareas democráticas y nacionales en la época del imperialismo la clase obrera debe tomar el poder acaudillando a la mayoría oprimida, que realizará estas tareas que ni la burguesía ni su democracia pueden resolver.

La política del PC y el PS de frente popular traicionó a los oprimidos que venían radicalizando sus luchas, avanzando en su organización. Primero las ilusionó, con la colaboración del castrismo, de que era una vía al socialismo, que con el Congreso, con las leyes, con las indemnizaciones, se podía construir otra sociedad. Luego reprimió los Cordones, los desarmó, llamó a confiar en las fuerzas armadas patriotas y legalistas.

Esto no quiere decir que si hubiera habido un partido revolucionario que orientara a la vanguardia con la estrategia correcta hubiera triunfado la revolución o se hubiera evitado el golpe pinochetista. Lo que sí se habría evitado es la profunda derrota política que afectó a los oprimidos de todo el mundo, con un gobierno y sus dos partidos obreros más importantes paralizados, sin llamar a la lucha abierta contra la conspiración derechista, y peor, llamando a confiar en las fuerzas armadas y reprimiendo a los luchadores. Esas son derrotas que desmoralizan. Esa tremenda confusión desarmó a la vanguardia y abrió las puertas a la peor derrota.

Todos los gobiernos posteriores a Pinochet han garantizado la impunidad de los golpistas, de las empresas, los empresarios, de los medios de comunicación, y de todas las conquistas contra la Nación y contra las masas. Hay una continuidad respecto del “modelo” aplicado y también en la represión al pueblo mapuche.

Más que nunca sigue vigente la tarea de tirar abajo el Estado pinochetista con su Constitución, con su aparato represivo, con sus acuerdos internacionales. Más que nunca sigue vigente la lucha por la revolución social que arranque los medios de producción de manos del capital financiero y siete familias. Para eso hay que construir el partido revolucionario que hoy encarna el comité constructor del POR en Chile.

De ninguna de estas cuestiones habla ni puede hablar el stalinista o exstalinista Atilio Boron que en uno de sus artículos hace una buena reseña sobre la injerencia de Washington en el golpe de 1973, sobre documentos conocidos recientemente.

Dice: “la abierta intervención estadounidense en el proceso político chileno comenzó mucho antes del triunfo de la Unidad Popular”. 

“Las luces de alarma se encendieron en el continente con el triunfo de la Revolución Cubana… en las elecciones presidenciales de 1958, Washington estaba involucrado en el monitoreo del proceso electoral y el apoyo al candidato de la derecha, Jorge Alessandri. Tal como señala el Informe Church, ‘de todos los países del hemisferio, Chile fue elegido para convertirse en vitrina de la nueva Alianza para el Progreso’… Entre los años 1962 y 1969, Chile recibió indirectamente más de mil millones de dólares en ayuda directa de EE.UU.” (préstamos y subvenciones equivalentes a más de 8.000 millones de dólares a valor actual). “Chile recibió más ayuda por habitante que cualquier otro país del hemisferio”

“Según el informe … la forma más extendida de acción encubierta en Chile fue la propaganda. Esto era relativamente fácil. Esta propaganda tuvo un bajo perfil durante los periodos ‘normales’, pero adquiría gran relevancia ante la amenaza de un avance de la izquierda. Según el informe, ‘la forma más común de proyectos de propaganda era plantar infiltrados en los medios de comunicación’”.

“En relación a la propaganda, el nefasto papel jugado por El Mercurio en la destrucción de la democracia en Chile, es reconocido por el informe. Un párrafo dice que ‘la Comisión 40 autorizó 700.000 dólares para El Mercurio el 9 de septiembre de 1971 y añadió otros 965.000 el 11 de abril de 1972. Un memorándum del renovado proyecto de la CIA concluyó que El Mercurio y otros medios de comunicación apoyados por la CIA habían jugado un papel importante en la puesta en marcha del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 que derrocó a Allende’”.

El financiamiento clandestino fue muy importante y comenzaron a cobrar fuerza desde la crucial elección de 1964. “…la CIA gastó, en valores actuales, más de 20 millones de dólares para apoyar al candidato Demócrata Cristiano… más de la mitad de la campaña de ese candidato fue financiada por EE.UU.”. 

“… los democristianos utilizaron como estrategas y organizadores de la campaña, a gente de una institución jesuita, el Centro para el Desarrollo Económico y Social de América Latina (DESAL) que recibía fondos de Misereor, una institución de cooperación de los católicos alemanes y el Fondo para el Desarrollo Internacional, una institución de pantalla de la CIA”.

“Desde la misma noche en que Allende obtuvo su victoria, un inolvidable 4 de septiembre de 1970, el presidente de EE.UU. Richard Nixon convocó a una reunión de emergencia en la Casa Blanca y dio la orden de hacer cuanto fuera necesario para impedir que Allende asumiera. “Ni un tornillo ni una tuerca para Chile” fue la escueta orden emitida por ese bribón. El 15 de septiembre, en una reunión ampliada en la Casa Blanca, el Director de la CIA, Richard Helms, anotó las instrucciones de Nixon para organizar un golpe de estado en Chile. Desaforado e irritado en grado extremo, les dio a los presentes en la reunión -que incluía a Henry Kissinger y al Fiscal General, John Mitchell- 48 horas para elaborar un plan y autorizó un presupuesto mínimo de 10 millones de dólares para financiarlo -79 millones en valores actuales-, a la vez que exigía que no se informara a nadie de la embajada de EE.UU. en Santiago que había ordenado a la CIA diseñar la conspiración para impedir la asunción de Allende. Este tipo de cuestiones no las manejaba la embajada sino la CIA”. 

“Las notas tomadas por Helms en esa reunión fueron desclasificadas recientemente. En ellas se resumen las directivas de Nixon: ‘Una chance en 10, quizás, pero salven a Chile. Vale la pena el gasto. Despreocúpense de los riesgos inherentes a esta operación. No involucren a la embajada. 10.000.000 de dólares para empezar, más si fuera necesario. Es un trabajo de tiempo completo con los mejores hombres que tenemos. Hagan que chille la economía. 48 horas para un plan de acción’”.

“Las palabras utilizadas en ese informe nos ahorran de mayores elaboraciones. Allí se asegura que ‘para instigar un golpe, la CIA pronto se centró en proporcionar armas, fondos e incluso pólizas de seguro de vida a los operativos militares chilenos para destituir al comandante en jefe de las fuerzas armadas chilenas, el general René Schneider, quien se opuso al golpe y fue ultimado cuando se dirigía a su trabajo. Su asesinato apoyado por la CIA se convirtió en uno de los casos más legendarios de participación de EE.UU. en el asesinato de líderes extranjeros’”. 

“El esfuerzo encubierto a corto plazo de la CIA para bloquear la toma de posesión de Allende se convirtió en un prolongado proyecto clandestino que duraría los mil días del gobierno de Allende para obstaculizar su capacidad de gobernar, creando la caótica atmósfera de opinión que condujo al golpe militar. La alianza entre las oligarquías locales y el imperio causó la tragedia que acabó con la vida de Allende y provocó muertes y torturas a miles de chilenas y chilenos”.

Borón termina su nota parafraseando a Borges, “el imperio es incorregible” agregamos: el stalinismo y el reformismo contrarevolucionarios también son incorregibles, sus direcciones trabajaron conscientemente contra la revolución, deben ir al basurero de la historia.

En la presentación del libro “11S Pecado Capital, la crisis cíclica y el golpe contra Allende en Chile” Néstor Restivo detalla los que considera éxitos de la Unidad Popular en el agro y en la minería y ubica el contexto económico internacional y las necesidades políticas del imperialismo. Ubica el golpe en los “cinco años de terror” que vivió la región, desde el golpe de 1971 en Bolivia al de 1976 en Argentina, pasando por los de Ecuador, Uruguay, Perú y otros.

Su reivindicación de la política de la UP lo lleva a formular una reivindicación de su acción política, que todo habría sido correctamente planteado, que hubo un bloqueo parlamentario de la oposición y que el golpe promovido por el imperialismo es una fatalidad que impidió la coronación de sus logros.

En el prefacio que escribe Jadue dice que “en este aniversario de medio siglo se ha desatado en Chile una fuerte disputa en torno al pasado por lo determinante que resulta para poder mirar el futuro, ya que de instalarse la tesis de que el Golpe de Estado fue producto de los errores del mismo gobierno de Allende -como plantean las fuerzas y sectores que traicionaron a la Patria- la posición de quienes buscan una alternativa al neoliberalismo en Chile se debilitaría aún más”.

En este escudo se resguarda Jadue y buena parte de los dirigentes de esa izquierda para reivindicar a Allende y la UP, las críticas que hace la derecha. Nosotros no criticamos “errores”, criticamos una política consciente de sus direcciones que engañaron a los oprimidos sabiendo que esta política había llevado a trágicas derrotas de la clase obrera en otros países. Allende fue derrocado porque no garantizaba contener el ascenso y radicalización popular dentro de los márgenes de la legalidad burguesa.

(Nota de MASAS Nº443)

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