El Frente de Todos valiente contra los sin techo, cobarde frente a las imposiciones del gran capital. ¡Fuera Berni!

La ocupación de tierras en Guernica, como las que existen en otros puntos del país y las que existieron en las últimas décadas reflejan la crisis estructural de la vivienda, una cuestión esencial que se agrava gobierno tras gobierno.

Las cifras oficiales mencionan un déficit de 3,8 millones de viviendas dignas, (2,1 millones con carencias esenciales más 1,7 sin vivienda).

1,4 millones vive en condiciones de hacinamiento crítico; casi 1 millón de personas no tiene acceso a agua potable dentro del hogar; 34% no tiene cloacas; 8,1% vive cerca de basurales; y 13,4% en zonas inundables.

Una política que apunte a resolver este drama social requiere que cada año se construyan entre 300 y 500.000 viviendas, atendiendo primero a los casos más graves. Una obra de semejante magnitud no puede quedar librada a la iniciativa privada que no tiene ningún interés en que esta situación se resuelva, como ya ha quedado demostrado. Debe ser política de estado, con un plan de obras públicas a largo plazo.

¿Cuál fue la respuesta del gobierno de Kicillof? Tratar de dividir a los ocupantes, presionarlos individualmente, comprar sus voluntades prometiendo una relocalizaciones y subsidios. Así llegaron a un acuerdo con más de 700 familias tratando de aislar y debilitar a los más combativos. Quedaban cientos de familias negociando. La decisión del gobierno siempre fue acatar la orden de desalojo de la justicia oligárquica.

Puso en evidencia que no tenía ningún plan previo, serio, para empezar a resolver el déficit habitacional y también la limitación para resolverlo una vez que estalló el problema. Ahora salen a “gestionar lotes”, un plan absolutamente miserable incapaz de resolver el problema.

¿Podía resolverlo? El gobierno tiene todos los recursos para poder confiscar o expropiar esas tierras, u otras cercanas para dar respuesta al reclamo genuino, indiscutible de los ocupantes. Pero ni siquiera ante una emergencia está dispuesto a chocar con la propiedad privada. Una propiedad destinada a la especulación inmobiliaria, para futuros barrios cerrados, que ni siquiera tienen acreditada su titularidad. No hay voluntad política del gobierno para resolver los problemas porque sus políticas están atadas a los acuerdos con el FMI y la banca usuraria.

Ante la notoria incapacidad recurren a toda clase de justificaciones, acusando a la izquierda, a sectores radicalizados que “demoraron las negociaciones”. Culpan a la Justicia, como si no supieran de antemano su carácter oligárquico, burgués, y el papel que juegan todos los medios de comunicación. La represión bestial fue preparada con mucha anticipación, amenazando con ella desde el primer día. Las aplanadoras y los incendios de las viviendas precarias son un símbolo que no podrán borrar.

Kicillof puso a Berni al frente de la seguridad y pese a su discurso fascista fue confirmado en su lugar. No solo reprime a los más miserables sino que se envalentona y enorgullece de lo que hizo, en nombre de la defensa de la gran propiedad. Hizo filmar desde el helicóptero el operativo para utilizar las imágenes como publicidad de su acción. Así tratan a los más pobres, los que según el gobierno serían los primeros en ser atendidos. ¡4.000 policías, de madrugada, para desalojar a las familias!

Es una tontería insistir que fue el Fiscal Condomí Alcorta el que tomó la decisión y que no se podía desconocer. Ellos mismos dicen que era una provocación. Cada vez que el poder real los aprieta se ponen de rodillas y repiten, “no había otro camino…”, “hay que respetar la institucionalidad”. Son vulgares sirvientes de ese poder que no se atreven a cuestionar.

Esta acción califica el carácter del gobierno, valiente contra los sin techo, cobarde frente a las imposiciones del gran capital, los bancos, los que saquearon el país. ¿Por qué no manda las topadoras y 4000 policías a rodear las cuatro manzanas del centro porteño donde se concentran los que saquean y fugan las divisas del país? ¿No hay pruebas suficientes sobre sus crímenes? Más allá de su discurso, la realidad es que gobierna para ellos.

Ante la dramática situación que se vive las tomas se extenderán. El gobierno ha buscado dar un mensaje ejemplificador con mano dura. Para los más ricos la garantía de que su propiedad y sus intereses serán defendidos, para los más pobres palos y balas.

La toma de Guernica pone de relieve la importancia de los métodos de lucha, de organización colectiva, de acción directa. Ese es el camino para imponer los derechos, ante la actitud de las direcciones sindicales, políticas y sociales que se disciplinan a la política fondomonetarista del gobierno.

El problema SI es la propiedad privada. Se lo proclama como un derecho consagrado en la Constitución por encima del derecho a la vida, al trabajo, al salario, a la vivienda. La propiedad de la tierra entra en choque con los derechos de la mayoría oprimida.

No hay voluntad política de los gobiernos para resolver este drama social. Existen leyes que establecen que una cantidad de tierras y recursos deben destinarse a resolver el problema sin embargo quedan en letra muerta. Son los propietarios de la tierra, son las inmobiliarias, los pulpos de la construcción los que se oponen a resolver el problema.

En el presupuesto que se aprobó en estos días no hay medidas estructurales para empezar a resolver el drama de la vivienda, solo migajas, “el plan de integración de barrios populares reflejado en el Presupuesto 2021 implicaría que las villas se terminarían de urbanizar recién en 40 años” (BAE).

ES URGENTE IMPONER UN PLAN DE OBRAS PÚBLICAS BAJO CONTROL OBRERO COLECTIVO.

Formar una empresa estatal para realizar todas las obras, para que no se pierda un solo peso de la inversión. Para cumplir con los planes, con la calidad de los materiales, para generar puestos de trabajo genuino.

La producción en gran escala permite abaratar los costos. Un problema social de esta magnitud no se resuelve individualmente.

Preparar los terrenos fiscales o de empresas o instituciones estatales para destinar a la construcción de viviendas, confiscar las tierras que sean necesarias.

Construir no menos de 350.000/500.000 viviendas por año. Esto implica cientos de miles de metros de cerámicos, de ladrillos. Toneladas de cemento, cantidad de chapas, de aberturas, de cables, caños, vigas, tanques, sanitarios, artefactos del hogar, cloacas, instalaciones de gas, de electricidad, de agua corriente, etc. etc.

Hace décadas que los gobiernos burgueses abandonaron los planes de construcción masiva de viviendas, ¿por qué? La orden neoliberal era dejar todo librado a la iniciativa privada, que solo tiene iniciativa de construir viviendas para los sectores con más recursos, o que construye para renta.

Es necesaria otra política, de otra clase, proletaria, para dar respuesta al problema, que bien puede partir de los planes que ya han hecho los profesionales y estudiantes de arquitectura y de ingeniería de cómo construir masivamente barrios. Hace más de un siglo que se han elaborado proyectos en este sentido de viviendas sólidas y muy económicas, (no cáscaras de papel).

Denunciamos la complicidad de la burocracia de las centrales sindicales que debieran haber convocado a un paro nacional inmediatamente ante la represión. Los sindicatos y la CGT/CTA deben intervenir en defensa de los trabajadores, de los ocupantes, y también para imponer una política que resuelva este problema esencial de carácter estructural. Deben romper con el gobierno y los banqueros, deben romper con los grandes capitalistas nacionales y extranjeros. Para eso necesitamos recuperar los sindicatos, las centrales, los movimientos de desocupados, para dar esta pelea.

(Editorial MASAS nº 381)

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