Cinco huelgas generales en Francia

El 19 de enero marcó el retorno de las grandes manifestaciones en Francia. La huelga general convocada por un frente único de centrales sindicales, reunidos en una misma lucha por primera vez en los últimos 12 años, demostró al Gobierno de Emmanuel Macron que los trabajadores no aceptan que la crisis del capitalismo se descargue sobre sus espaldas. El reclamo central: “el gobierno debe retirar el proyecto sin esperar a que se cumpla el proceso parlamentario”.

Las ocho centrales sindicales convocaron a la huelga y las manifestaciones: CFDT, CGT, FO, CFE-CGC, CFTC, Unsa, Solidaires y FSU.

El 31 de enero y el 7, 11 y 16 de febrero continuaron las huelgas generales, con multitudinarias manifestaciones en todo el país.

Según datos de la CGT, el 19 enero, más de dos millones de trabajadores salieron a la calle en más de 200 manifestaciones en toda Francia. Sólo en París, 400.000 personas protestaron y no se dejaron intimidar por la represión. El 31 de enero fue superior. Casi no hubo pueblito que no viera manifestar a su gente. Se trata de las mayores manifestaciones contra una reforma social en tres décadas. Este es el camino para derrotar la reforma, no hay otro.

El nuevo ataque a la Seguridad Social empeora las condiciones de vida de la mayoría de los franceses. La Primera Ministra, Elisabeth Borne, presentó el proyecto de ley que eleva la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años y aumenta de 42 a 43 años el periodo de aportes para jubilarse con el salario íntegro.

Las mujeres aparecen penalizadas en esta reforma: la carrera de las mujeres es más complicada, los trabajos son más precarios, con periodos de interrupción debido a la maternidad y la educación de los hijos, lo que complica alcanzar los años de aportes. Además, su salario es inferior al de los hombres. Denuncian que la jubilación podría ser, en promedio, un 40% inferior.

La reforma ha movilizado también a quienes todavía no trabajan, a los bachilleres, que bloquean los colegios en protesta.

El Gobierno argumenta que la reforma es necesaria para evitar un futuro déficit y para acercar la edad de jubilación en Francia, una de las más bajas de la Unión Europea (UE), a la de sus vecinos. “Es la reforma o la quiebra” del sistema de reparto. Dicen que Francia gasta actualmente el 14 % del PIB en pensiones, (el doble que el promedio de la OCDE). Los trabajadores replican: que meta la mano en el bolsillo de los multimillonarios y empresas que ganan miles de millones para cubrir el déficit.

Esta reforma se complementa con otras como  endurecer las normas sobre las prestaciones por desempleo que se aplican durante los períodos de crecimiento económico y escasez de mano de obra.

Para Macron la reforma está atrasada. La prometió desde que fue elegido en 2017. En 2019, llevaron al período más largo de huelgas, en rechazo a las reformas, que ha visto Francia desde el levantamiento de 1968. Ese primer intento se archivó cuando covid-19 golpeó en 2020.

La intervención contundente de los trabajadores potencia la crisis política del gobierno que necesita pactar con la derecha para conseguir los votos para aprobar la reforma. Pero 15 de “Los Republicanos” de su propia mayoría desafían la línea de su partido y rechazan votar el proyecto enviado por el gobierno. A su vez la extrema derecha reclama un referendo para avanzar con la reforma. Aun así la moción de retirar el proyecto, en la Asamblea, en la primera votación, quedó derrotada.

El gobierno cedió al incluir a los jubilados actuales y no solo los futuros, como beneficiarios de un monto mínimo de jubilación de 1.200 euros, a quienes tengan los años de aportes, para conseguir los votos que le faltan.

El Gobierno puede aplicar el plan por decreto si las dos Cámaras del Parlamento no se pronuncian para el 26 de marzo. Ya recurrió 10 veces a decretos por falta de mayoría. Si lo hace se arriesga a un agravamiento de la crisis política.

En 1982, François Mitterrand redujo la edad de jubilación de 65 a 60 años. Dos décadas más tarde, Francia introdujo la semana laboral de 35 horas.

El gobierno de Nicolas Sarkozy, en 2010, se enfrentó a grandes protestas, pero acabó imponiendo un aumento de la edad mínima de 60 a 62 años. Las direcciones sindicales cedieron a las presiones políticas y a la represión gubernamental, y el movimiento no tuvo forma de detener la contrarreforma de las pensiones. Después de 13 años, Macron vuelve al ataque en las condiciones del agravamiento de la crisis económica y la necesidad de los capitalistas de proteger sus negocios. La respuesta de las masas comenzó tan fuerte y radical como hace años.

La huelga general tiene lugar esta vez en plena guerra en Ucrania, cuyas repercusiones en la economía europea se están convirtiendo en un mayor empobrecimiento de la clase obrera y de las capas de la clase media, arruinadas desde que se abrió la crisis mundial en 2008, y más recientemente con la devastadora pandemia.

El gobierno de Macron ha servido a la estrategia bélica estadounidense, costosa para el país y especialmente para los franceses. Desgraciadamente, las direcciones sindicales ocultan el lugar de la guerra en la crisis europea, impidiendo que el proletariado y los demás explotados se levanten contra los objetivos del imperialismo yanqui y de la OTAN, que han convertido a Ucrania en carne de cañón. Pero es cuestión de tiempo que se rompa la camisa de fuerza impuesta por la burguesía imperialista a los explotados.

La huelga general en Francia no es un caso aislado. En varios países de Europa Occidental, como el Reino Unido, España, Bélgica y Portugal, las huelgas y protestas reflejan objetivamente un movimiento unitario de la clase obrera y demás trabajadores contra las mismas políticas burguesas, que se están desarrollando en todas partes.

Es evidente que el problema principal reside en la crisis de la dirección revolucionaria, en la ausencia de poderosos partidos proletarios y del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la IV Internacional, que debe ser reconstruida. Sin embargo, el empeoramiento de las condiciones de la guerra en Ucrania y la necesidad imperiosa de las masas de defenderse, como lo demuestra la huelga general en Francia, favorecen la emergencia de una vanguardia de clase que retome las conquistas del marxismo-leninismo-trotskismo e impulse la lucha por la superación de la crisis de dirección, que pueda expresar conscientemente la extraordinaria resistencia que están desarrollando los trabajadores.

Se debe dar a conocer y exaltar el ejemplo de la lucha de los explotados en Francia. ¡Viva la huelga general en Francia! ¡Por la derrota de Macron y la victoria de los trabajadores!

 

(nota de MASAS nº430)

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