Incorporación de Finlandia a la OTAN

Sólo la clase obrera puede detener el militarismo y la guerra, derrotando al imperialismo

Con Finlandia en la OTAN avanza el cerco militar sobre Rusia. Hace tiempo que Finlandia y Suecia pidieron el ingreso a la OTAN, sólo demorado por la negativa de Turquía a su incorporación, que levantó recientemente. Ahora la OTAN, el brazo armado de EEUU en Europa y el mundo, pasa a contar con 31 miembros plenos. Finlandia comparte una frontera de más de 1.300 kilómetros, la más larga de toda la Unión Europea con Rusia.

El imperialismo celebra su abandono de la “neutralidad” y haberlo sumado al amplio frente que comanda, que tiene como objetivo derrotar a Rusia por todos los medios, tirar abajo su régimen político, desarmar su ejército, apoderarse de sus inmensos recursos naturales y las empresas estatales más rentables. La ubicación de Finlandia es estratégica para la OTAN, para cualquier intento de avance militar. Sus fuerzas armadas y su armamento ya han sido colocados bajo comando de la OTAN, es decir de EEUU.

EEUU rompió todas sus promesas de que la OTAN no se extendería más allá de Alemania, cuando se acordó la absorción de Alemania Oriental. Todos los gobiernos norteamericanos, demócratas y republicanos, trabajaron por su ampliación y extensión aprovechando la disolución de la URSS para cercar a Rusia, para militarizar el Este europeo para que no hubiera una marcha atrás en el proceso de restauración capitalista y también para condicionar a Europa.

La OTAN ha provocado la guerra en Ucrania, utilizándola como “carne de cañón” subordinando completamente a su gobierno, sabiendo que Rusia se defendería. Las hostilidades dieron un salto desde el golpe en Ucrania en 2014 y el inicio de la guerra civil comandada por Kiev contra el Este y Sur. La OTAN ordena y financia la guerra, entrega armamentos sofisticados e impulsa el armamentismo presionando por el fuerte aumento de los presupuestos militares.

El creciente militarismo es expresión de la descomposición capitalista, de la imposibilidad de salir de sus crisis, de tratar de ganar algo de oxígeno promoviendo un nuevo reparto del mundo bajo su control, para apoderarse de las materias primas, y monopolizar los avances tecnológicos tratando de bloquear los desarrollos de otros países. EEUU viene retrocediendo en su papel hegemónico y apela a todos los medios para tratar de recuperarse, sin importar las consecuencias. Así intervino en Yugoslavia, Irak, Siria, Afganistán, Libia, por nombrar los más visibles, con decenas de miles de muertos, y terrible destrucción de fuerzas productivas. Nos muestra el rostro de la barbarie en todas sus formas. Siempre actuando hipócritamente en nombre de la defensa de la paz y los derechos de los pueblos.

Sólo la clase obrera acaudillando a los oprimidos, con sus propios métodos, con su propia política, puede detener el militarismo y la guerra, derrotando al imperialismo. Es necesario que la clase obrera de Europa que se está levantando radicalmente en defensa de sus condiciones de trabajo y de vida chocando con sus burguesías y sus gobiernos, lacayos de EEUU, pueda reconstruir su historia, sus mayores conquistas políticas y organizativas, haciendo consciente el proceso que están atravesando y puedan concluir que deben tirar abajo a sus gobiernos y expulsar a la OTAN y las bases militares de EEUU en Europa, que ésa es la condición para frenar y derrotar las tendencias que empujan a la humanidad al peor horror. Para ganar la paz es necesario aplastar al imperialismo.

Mientras sobreviva el imperialismo seguirá habiendo guerras, cada vez más atroces y ahora mismo crecen las provocaciones en Asia. Los trabajadores de Europa occidental hoy viven la guerra en forma de carestía de la energía y los alimentos, en recesión, en migración de millones de familias escapando de la guerra, en aumento de los presupuestos militares. Deben comprender que están a un solo paso de las bombas y las balas, de la carnicería que ya destrozó a decenas de miles. Ya están apareciendo, aunque tímidamente, manifestaciones de rechazo a la guerra. Está en ellos la responsabilidad de armarse políticamente con las mejores tradiciones para salvar a la humanidad de otro desastre. Nadie más puede impedirlo. Es necesario reconstruir los partidos revolucionarios y la Internacional. En esa tarea está empeñado el Cerci, Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional.

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