Bolivia: El fascismo como espantajo político y como realidad social potencial

No hay que perder de vista que el fascismo es un movimiento popular, que goza de gran respaldo en las masas y es precisamente apoyado en ese respaldo que puede arremeter contra las organizaciones obreras, contra las libertades democráticas e imponer un Estado totalitario. El fascismo monta sobre el agotamiento del parlamentarismo burgués, es la repuesta burguesa ultrareaccionaria al agotamiento de la democracia formal burguesa que, en el marco de una agudización de la crisis económica y la lucha de clases, perdió capacidad de embridar a las masas.

La experiencia boliviana es altamente aleccionadora al respecto. El gorila Barrientos fue un caudillo que gozó de altísima popularidad entre los campesinos convertidos en pequeños propietarios por la reforma agraria movimientista. Para el campesino pequeño propietario el obrero es un privilegiado al que debe ponerse en brete frente a sus “excesivos” reclamos. El pacto militar-campesino, sirvió de pivote de apoyo al gorila Barrientos para arremeter contra los mineros.

El Gorila Banzer pudo imponerse como un régimen fascista sobre la base de aplastar sangrientamente a la Asamblea Popular, órgano de poder obrero que apuntaba claramente al establecimiento del socialismo en el país. Los mineros contaban con el respaldo de una parte de la clase media, los universitarios, el magisterio y otros sectores de trabajadores. Los campesinos aun no alcanzaban a emanciparse totalmente de la tutela del nacionalismo burgués. El golpe fascista contó con el respaldo de amplias copas de la clase media acomodada, de profesionales, transportistas, pequeños empresarios particularmente en Santa Cruz y la burguesía tanto de oriente como de occidente. El Gorila Banzer reedito el “pacto militar campesino”, pero que hacia adelante fue rebelándose como una impostura.

El Golpe del Gorila García Meza, contó con el respaldo de los transportistas, de los empresarios que se desgasto muy rápidamente y devino cada vez más en una dictadura policiaco militar carente de base social que fue rápidamente desplazada del poder para evitar que el ascenso de masas vaya más allá de los

límites de la democracia formal burguesa.

Como se ve, la suerte del fascismo, el desarrollo, potenciamiento o debilitamiento de las tendencias fascistas que anidan principalmente en la pequeña burguesía depende de las modificaciones que se operan en el estado de ánimo de las clases sociales en pugna y que viene dictado por los vaivenes de la crisis económica. Cuando la agudización de la lucha de clases y la crisis económica llegan al punto en que la pequeña burguesía siente que se hunde el suelo bajo sus pies y que corre el riesgo de perder su estabilidad y sus pequeñas posesiones es que levanta la voz reclamando el garrote del gendarme para que ponga “orden paz y trabajo”.

La urgencia de imponer un régimen fascista se presenta como una necesidad inaplazable para la clase dominante cuando se hace inminente que el proletariado, que ha afianzado su independencia de clase avanza a expropiar la gran propiedad privada burguesa.

Este no es el caso en la coyuntura presente, donde apenas si asoma la posibilidad de que el proletariado recupere su independencia política. El que en las actuales condiciones el gobierno junto a los dirigentes sindicales que controla levanten el espantajo de la amenaza fascista que representan los cívicos racistas de Santa Cruz sólo tiene como propósito impedir que la clase obrera se emancipe de la tutela de la política burguesa del gobierno del MAS y dar cobertura política a la persecución y represión contra los exponentes de la política revolucionaria trotskistas entre las masas de los trabajadores, para asegurar la estatización de los sindicatos en favor de la burguesía y el capital financiero imperialista.

En todo este cuadro, la existencia o no de grupos de choque manejados por unos y otros es sólo una manifestación circunstancial que no termina por configurar una tendencia fascista y mucho menos un régimen fascista. La clave reside en la compresión de qué modificaciones se operan en las masas, en su estado de ánimo y en particular de las contradictorias oscilaciones de la pequeña burguesía impelida de ir de un extremo a otro en el espectro político de las clases polares en puga, donde se juega la suerte del capitalismo en decadencia.

(POR Bolivia – Masas nº2726)

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